ELOGIO A LA VERDAD A SECAS

La verdad en blanco y negro duele y, las más de las veces, puede causar vergüenza, tanto en el que la profiere, como en el que la escucha. La verdad contada en colores causa estupor. Es verdad maquillada. Por eso es que la gente que se recubre con falsas caretas y máscaras muchas veces tiene que andar por el mundo dando explicaciones…sobre la verdad. Como esas personas tienen que hacer ese ejercicio, pretendiendo conductas externas que cubren fines y medios internos distintos, en definitiva, no les gusta que las desenmascaren en sus verdades capitales. Significa poner en evidencia las direcciones de sus actos encubiertos, las intenciones ocultas. Es desagradable encontrarse cara a cara con la verdad. La pura y santa verdad.


La verdad es en definitiva prístina, sin ambajes, es evidente y es buena. Suena obvio. La lógica manda no hacer distinciones. Se predica y entiende única y total: unum verum et bonum. No es verdad a medias tintas. La verdad manda, es la verdad, por donde se le mire. En suma, todos en este mundo merecemos conocer la verdad humana, con sangre, de carne abierta y con hueso al vivo. Verdad descarnada. Dígannos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.


Hay muchos quienes andamos por el mundo en busca de la verdad que ilumine nuestra vida desde lo más cotidiano hasta lo más complejo. Eso es lo que nos hace feliz. Queremos saber de verdad y queremos decir la verdad. Queremos que se nos diga la verdad y queremos tener la certeza que eso que se nos dice y se nos hace es fidedigno, es de buena leche. Es digno de confianza. No queremos la lisonja. Ontológicamente aborrecemos cualquier dicotomía entre la buena fe en el pensamiento y la buena fe en el obrar.


No queremos que nos traten como si estuviéramos pintados, sino de verdad, en nuestra presencia y esencia verdadera. Queremos la verdad a cuatro vientos, porque pensamos y sentimos como humanos y, en el fondo de nuestra conciencia, repica un imperativo categórico: que se respete la verdad y se actúe rectamente frente a la verdad.


Cuando la verdad sale a flote es porque alguien ha cantado la verdad. Por eso la verdad es melodiosa, armoniosa, rítmica, entra en resonancia con el universo verdadero y provoca al mismo tiempo una explosión y una implosión. Un choque entre el que se aferra a la verdad y el que niega la verdad; o lo que es lo mismo, el que se recubre de mentira y nos quiere hacer creer que eso que predica es de verdad.


Hay verdades que matan. La verdad descubre aquello que está oculto, subyacente, pero que late de verdad. Es el vector contrario, la energía contrapuesta, lo que contraresta el mal y restaura el equilibrio. Es cierto, la vida tiene matices, muchas vueltas y dicen por ahí que no hay que soltar la verdad de sopetón. Pero, postulo que siempre es necesario recabar la verdad y esparcirla más temprano que tarde. Llegar al origen primigenio de las cosas, que está en su esencia verdadera y mostrarla al mundo.


Aquí en nuestro país, en nuestra familia. No queremos ir a la Iglesia y comulgar con ruedas de carreta. Es justo y necesario desterrar del gobierno a los falsos mercaderes. Debemos buscar y castigar a los que nos pasan gato por liebre. Descubrir a los que nos la quieren ver. Rebajar a los que se pasan de listos. Marcar al que pasa por tonto y es pillo. Desterrar al maestro chasquilla que nos viene a convencer de sus soluciones con alambrito. Despedir al que hace las cosas a medias. Al que nos viene a vender la pomada. Castigar al free rider, al que usa información privilegiada, al aprovechador, al fresco, el chanta y otros tantos ejemplos que son como el agua y la sal y habitan de la cordillera al mar y desde el desierto hasta la Patagonia en este país del sur del mundo.


Amigos, la verdad a estas alturas me canse de hablar de la verdad. ¿Pero, no es verdad que resulta bello pensar tan solo por un momento en que podríamos de verdad ser más hermanos si todos pudiéremos contar siempre la verdad de frente?