Cristián Gárate

I opened the blog with the hope to contribute with my perspectives to the common issues of our present societies.

Monday, October 03, 2005

Altamente Calificados en el Exterior


El fin de semana pasado hice un viaje bastante especial hacia la zona norte de Alemania, recorriendo desde Munich hasta Aachen y posteriormente me trasladé a un pequeño pueblo cerca de Hannover. Estaba invitado a la ceremonia de matrimonio de un antigüo amigo que redescubrí en Europa después de 10 años. Curiosamente, los puntos que nos unen ahora se remontan a nuestra amistad en Santiago, Chile.

Recordando aquellos tiempos en que lo conocí, primero en nuestra enseñanza básica en el Santiago College, donde Alberto estudiaba un año más adelante y practicaba Rugby siendo uno de los seleccionados. Aún cuando el Rugby no era mi deporte, siempre admiré la potencia, estrategia y dedicación de los alumnos que como él entrenaban, supongo que parte de eso es lo que hoy lo sigue motivando. Por otra parte, con Alberto vivíamos relativamente cerca, en la comuna de La Reina y justamente al encontrarme con su familia en el matrimonio, recordábamos las muchas veces que pasamos bajo el agua en los inviernos de nuestra capital y por sobre en 1993, en que su casa resultó fuertemente inundada por la salida de los Canales San Ramón y Las Perdices; hecho que sincrónicamente se volvió a repetir este mismo fin de semana con idénticas consecuencias para los habitantes de ese sector.

Al terminar el colegio Alberto continuó sus estudios en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile y después de terminar su carrera de Geología nuestro contacto desapareció, salvo por las esporádicas reuniones de cumpleaños de nuestro buen amigo en común Alvaro; quién también vivía en el barrio de La Reina. Aproximadamente 1 año atrás, intercambiando unos e-mails con Alvaro, supe que Alberto estaba continuando sus estudios de Doctorado en Geología en la Universidad de Aachen, Alemania. Como yo vivía entonces en La Haya, Holanda, pensé que no sería tan difícil visitarlo, pues era solo una combinación de trenes por 3 horas. Fue así, como con ocasión del Carnaval que se realiza cada año en Colonia y Aachen, decidí aceptar la invitación y viajé después de 10 años a reencontrarme con Alberto a su casa. Allí compartimos viejos recuerdos y conocí a Ivonne quién era su novia, ahora su esposa. Alberto, me mostró su mundo, viviendo en solitario en Alemania, luchando contra las incertidumbres de ser un estudiante inmigrante, las diferencias de lenguaje, cultura, clima, comidas, lejanía de los amigos, la familia y vivir rodeado de una idiosincrasia tan distinta. Al tiempo de nuestra conversación, junto a un buen vino, disfrutamos también juntos del Carnaval, con esa forma tan particular que tienen los Europeos de esta zona del Norte de celebrar, tomando cerveza al son de una música extrañamente pegajosa. En aquella ocasión la fiesta fue muy grata y el tiempo compartido realmente intenso y refrescante para la amistad dormida.

Entonces, Alberto e Ivonne me comentaron que habían tomado la decisión de casarse y ese era un camino que despejaba muchos inconvenientes en caso que ambos decidieran quedarse en Alemania, lo que parecía más probable en el corto plazo. En fin, me aprontaba en esta oportunidad para viajar desde Aachen hacia Hannover para la ceremonia de matrimonio y fiesta. El Matrimonio se desarrolló en forma totalmente familiar, con amigos venidos de toda Europa y parte de su familia venida desde Estados Unidos, donde hoy viven sus padres y hermanos. Los invitados fueron recibidos por la pareja al frente de la Municipalidad de un pequeño pueblo, donde el oficial civil que los iba a casar esperaba muy excitado a la pareja. Según me comentó el funcionario antes de la ceremonia, era la primera vez que una persona de Sudamérica se casaba ahí y él tenía que representarle muy bien todos sus derechos y deberes, por lo que había memorizado el discurso y los artículos de la ley de matrimonio alemana. La pareja entró a la sala donde el grupo de invitados esperaba ansioso, al tiempo que yo tocaba un poco de música en un improvisado instrumento. La ceremonia se desarrollo muy tranquila para los Novios, pero totalmente nerviosa para el oficial civil, quien tras cada oración trataba de cerciorarse que Alberto entendía lo que se le estaba diciendo en alemán. Entonces, por enésima vez, pronunciaba en forma absolutamente atravesada el nombre con distintos acentos y matices, especialmente respecto de los apellidos del padre y madre de Alberto, que son los que se utilizan en Chile. Creo que al final de la ceremonia deben haberse casado unos 10 Albertos con diferentes nombres! En fin, aparte de la anécdota, el ansiado “JA” se produjo sin sobresaltos. Posteriormente, nos trasladamos a un pequeño hotel de campo, donde los invitados eran recibidos con una comida y posterior fiesta. Todo estuvo realmente interesante, acogedor, los invitados, muchos amigos de universidad, hasta se dieron tiempo para hacer unos regalos en forma de pequeñas recreaciones teatrales, uno de ellos hizo malabarismos, que aproveché de acompañar con un poco de música en el viejo y desafinado piano del hotel. Toda la gente absolutamente agradable, compartiendo animadamente, cariñosamente. En la mañana en el hotel visitamos un parque donde unas hermosas flores lilas, de contextura parecida a la lavanda, pero sin olor, nos esperaba contra un bosque verde y reflejado todo en una pequeña laguna. Un paisaje bello, suave y tranquilizante para emprender el viaje de vuelta. La pareja y los padres estaban felices. Un comienzo tranquilo y promisorio.

Este pequeño relato, que abrevia el rencuentro con Alberto y su ceremonia de matrimonio con Ivvone despierta en mi incógnitas de esas que tienen que ver con vidas paralelas de muchos estudiantes Chilenos que están fuera por diversas razones, en su mayoría de perfeccionamiento profesional o académico y que tienen que estar constantemente sorteando los muchos inconvenientes que significan insertarse en otra sociedad y sistema educacional. En principio, Chile es un país que esta circunvalado por 4 fronteras naturales bastante inexpugnables, a saber: desierto, cordillera, océano y el estrecho antes de la Antártica; lo anterior genera una sociedad bastante cerrada, autoreferente, autocomplaciente, donde se dan algunos desarrollos y soluciones que generan una idiosincrasia muy particular. En mi estadía en Europa he conocido muchos Chilenos que en solitario terminan integrándose parcial o totalmente al tomar la decisión de casarse, tener hijos o aceptar un trabajo permanente en otro país. En el caso de mi amigo, veo en su decisión de casarse con una persona que proviene de una cultura tan distinta como la Alemana, algo totalmente desafiante y abierto. Si sostener el amor de pareja cuando los dos provienen de la misma cultura y leen las intenciones o reacciones con un código común ya resulta difícil, supongo, debe serlo más cuando el background es distinto. Se requiere aún más comprensión, tolerancia y perseverancia para entender al otro que tiene software mental distinto a nuestra particular idiosincrasia. Así, esperando que a mi amigo le vaya extraordinariamente bien en esta nueva empresa me surgen aún otras preguntas más difíciles.

1. Suponiendo que en los próximos años nuestro país continúe siendo un país estable economica y políticamente y que parte de su desafío de desarrollo depende de la calidad de sus recursos humanos: ¿Cómo hacer para traer o atraer de vuelta a personas altamente calificadas que se han educado inicialmente en Chile y han partido a buscar otras oportunidades y deciden iniciar una vida en el exterior?

Existe una cantidad de chilenos que representan recursos humanos muy calificados residiendo en el exterior y este capital humano le falta a nuestro país y debiera ser tomado en cuenta de una forma institucionalizada por nuestras autoridades.

2. Suponiendo que las prioridades sean mejorar nuestra competitividad y para ellos resulta un pilar fundamental nivelar nuestra educación hacia arriba: ¿Seria posible realizar un catastro de profesionales chilenos altamente calificados que se encuentren en el exterior, para ver si pueden de alguna forma revertir sus conocimientos adquiridos de vuelta a nuestro país?

Esta seria una iniciativa especialmente interesante para poner dichos profesionales al alcance de empresas e instituciones, lo que podría generar redes de trabajo internacionales que permita acortar la distancia para llegar a mayor desarrollo.

Asimismo, los chilenos establecidos en el exterior conocen nuestra idiosincrasia, pueden traducir mejor la información y están en mejor posición para producir efectos más potentes en nuestra sociedad.

3. Imagino que si Chile desea un mayor desarrollo tecnológico para ello requiere el concurso de recursos humanos en investigación y aplicación altamente calificados. En consecuencia, nuestras autoridades debieran institucionalizar una iniciativa que involucre a las universidades, centros de investigación, empresas y organizaciones en el exterior donde existen chilenos trabajando, los que pueden generar una red de investigación internacional asociada a instituciones o empresas de nuestro país que lo requieran.

Esas son algunas reflexiones tras el Matrimonio de mi amigo.