Cristián Gárate

I opened the blog with the hope to contribute with my perspectives to the common issues of our present societies.

Wednesday, February 01, 2006

¿Bicentenario en Chile?: ¡No Suena!

Este fin de semana, aprovechando la celebración del aniversario de la muerte de Mozart, fui a revisitar y rescuchar Viena. Para llegar en tren desde Munich es escala obligada pasar por Salzburgo. En esta época la nieve lo cubre todo. Así, desde la ventana del tren se aprecian las empinadas montañas del Tirol Austriaco y entre el trasfondo blanco, se vislumbra la catedral y la ciudadela de Salzburgo, donde Mozart pasó sus primeros años y maravilló con sus dotes y entendimiento sobrenatural para la música. Muy cerca de ahí está el Mozarteum, uno de los Conservatorios más concurridos, por talentos de todo el mundo, que vienen a desafiarse en el aprendizaje musical.


Dejando atrás Salzburgo, se llega en un par de horas a Viena y al bajar del tren reconoce uno el regocijo de sentirse pisando una ciudad imperial, con sus palacios, iglesias, cafés y museos. A mi me resulta particularmente familiar, dado que viví ahí durante dos años, conozco su pálpito y logro sortear la idiosincrasia particular y el a veces rudo trato de los vieneses. Sobre la vida cultural en Viena se pueden llenar varias bibliotecas en todos los ámbitos del arte y la creación humana. Viena es una ciudad abundante en manifestaciones y esa riqueza se mantiene con un profundo respeto a la tradición, lo que asegura la integridad y continuidad de la obra de arte y sobre su base posibilita nuevas propuestas. No existe manera de saciarse en Viena, donde se esté hay formas de entrar en contacto con las bellas artes.


Para fortuna de mi interés, en el tiempo que viví en Viena pude sentir desde adentro la importancia que tiene para la ciudad el sostenimiento del acervo cultural y la tradición musical de todo el mundo, pero principalmente la tradición musical de occidente. Personalmente, en lo referente a la música, no creo que haya ninguna ciudad en occidente (que me perdonen los amantes de Nueva York, Paris y Londres) donde se concentren tantos estudiantes de música y tantos músicos de renombre mundial por metro cuadrado. Asimismo, no conozco otra ciudad donde coexistan al menos 4 orquestas de renombre mundial con programas increíbles todo el año. Como si faltaran manos, aunque la vida no es fácil, en Viena los músicos encuentran oportunidad, por los múltiples ciclos en las salas de conciertos existentes en los Palacios; en los altares de las preciosas iglesias y capillas; en las salas especialmente acondicionadas de los Museos y Bibliotecas; en los numerosos Clubes, salas en las casas de piano (Steinway y Bosendorfer) y en los famosos Café Vieneses donde vive la música; además las oportunidades que da la famosa Lange Nacht der Musik (Larga Noche de la Música). Pero, por sobre todo lo anterior, Viena posee cuatro lugares incomparables para asistir a espectáculos de música, a saber: La Opera, el Konzerthaus (tres salas con una acústica perfecta); el Musikverein, con su nueva sala Brahms y el gran salon, ésta última sala, es simplemente maravillosa, tanto en lo arquitectónico como por su acústica; y el Domo de Viena, donde escuchar un concierto de órgano (Sweenlick, Frescobaldi, Cabezon, Buxtehude, Bach, Brahms, Mendelsohn, Messianen, ) o un Oratorio, Cantata o cualquier concierto durante o después de la misa un Sábado o Domingo (Bach, Mozart, Haydn, Haendel, Vivaldi) es alucinante y espiritualmente trascendente. Confieso que no solo se me han puesto los pelos de punta, sino que he llorado de emoción varias veces, escuchando conciertos en el Musikverein y en el Domo!


Con la descripción anterior, se pensará que exagero. Pero estas salas de conciertos y estos lugares existen, están en la ciudad y su oferta de música es observable para cualquier turista que vaya caminando y que lea los afiches en el centro. Los ciclos de música seria abarcan todos los ámbitos sonoros. Particularmente importante resultan los ciclos de música Renacentista, Barroca, Clásica, Romántica y Contemporánea. Pero también hay Jazz en todas sus dimensiones, World Music y ciclos dedicados a la Música de Asia, Arabia y latinoamérica, especialmente el Flamenco, Bosanova y Tango. Todo eso se escucha en la ciudad. Los conciertos no son baratos, pero existen formas de asistir por un buen precio.

Desde otro ángulo, resulta increíble caminar en el corazón de Viena y encontrarse con tantas personas transportando instrumentos, orquestas completas transitando por el centro de la ciudad, en los tranvías, buses y metro. No por nada en Viena hay al menos 3 instituciones de renombre en la enseñanza de la música. Asimismo, hay al menos 5 orquestas clásicas completas, como son la Sinfónica de Viena, la Filarmónica de Viena, la orquesta de la Opera de Viena, la orquesta de la Volksoper y el Consentus Musicum. Lo anterior, sin contar con las muchas orquestas menos conocidas mundialmente y las orquestas de los conservatorios. Personalmente, he tenido suerte, porque en mi tiempo en Viena me hice muy amigo de una de las directoras de programación del Musikverein y del Palacio Lichtenstein, quien me ha regalado conciertos maravillosos en primera fila y hasta he sido invitado al Baile de Gala del Musikverein y de la Opera.


Cuando uno logra ver estas cosas, cómo se organizan los conciertos, dónde se organizan los conciertos, cómo trabajan los músicos y cómo se administran en forma inteligente los recursos resulta decepcionante recordar el estado de dejación en que se encuentra nuestro país en materia de infraestructura, protección, auspicio y difusión de las artes musicales clásicas. No se trata de usar un concepto para excluir manifestaciones musicales que son expresiones totalmente válidas y apropiadas para el desarrollo de una cultura musical multifacética. En este sentido, los grandes recitales de Rock y Pop o los grandes festivales de la canción y todo aquello que pertenece a los escenarios de difusión masiva no tiene muchos problemas en Chile. Estamos aquí hablando de la música clásica, de orquesta, de cámara, de sala o como quiera sea el estilo de música que interpreten (clásica o jazz de cámara o unplugged) y que requiere de un escenario cerrado.

Fue prioridad y un proyecto país, dentro del marco del bicentenario, la inauguración de una excelente infraestructura para cobijar muestras nacionales e internacionales de gran nivel plástico o arqueólogico debajo de La Moneda. Fue un proyecto también emplear recursos para remodelar la Recoleta Domínica, el Bellas Artes y el MAC donde se cuelgan trabajos bajo la dirección de notables curadores chilenos. Fue un proyecto el construir una Biblioteca pública de calidad para Santiago. Se resguarda el patrimonio del cine y se remozan las fachadas de los edificios históricos en las Plazas de Armas. Todo eso es positivo. Pero digámoslo claramente. Chile no cuenta ni siquiera con una sala de concierto apropiada para las artes musicales. Como consecuencia del progreso, no se puede pedir menos que una sala de concierto de medianas proporciones por región y una gran sala de concierto para Santiago. Tal vez, con un poco de imaginación incluso se podría también incluir la restauración de los órganos de las iglesias de nuestras ciudades. Pero, lo fundamental es que la música seria no puede vivir de remodelaciones de viejos cines, teatros o adaptaciones de diseño en salones de vetustos edificios.

En Chile existe una tradición instrumental y de composición importante, sobretodo gracias a la tarea de algunos notables profesores que han logrado formar escuela en diversos ámbitos. Cuando miro Chile desde acá pienso especialmente en la escuela de Piano (Arrau, Weiss, Botto) y Guitarra (Perez-Corey, Quezada, Olsen), también hay tradición en la guitarra popular y canto folklórico (Parra, Jara), hay destacados instrumentistas de viento clásico (traversa, corno, fagot, clarinete), percusión y cantantes (Domas-Villarroel). Aparte, hay una escena con interesantes talentos del Jazz que se suman a los pocos jazzistas chilenos de nivel internacional, especialmente en los saxos (Aldana-Espinosa-Gutierrez) y canto (Acuña). Todos los anteriores (y los que no nombro por espacio) merecen tener una sala de conciertos para interpretar.

La falta de una sala de conciertos digna en Chile y de salas dignas en regiones, digámoslo en jerga de los tecnócratas de la administración: 100% imputable a nuestras autoridades. En esto, lamentablemente nuestro bien ponderado Presidente Lagos deja un vacío. No se puede pretender que la iniciativa privada entre a construir salas de conciertos adecuadas para música clásica, como quien construye foodgardens, cadenas de cine o discotecas. Las salas de conciertos, al igual que la infraestructura deportiva y los centros de exposiciones requieren planificación e intervención de la administración. Parafraseando, el principio de subsidiariedad del estado resuena aquí como la necesidad de una actividad de notas positivas en pro de la musicalidad del estado. Tal vez un sistema de concesión junto con un marco legal de incentivos tributarios específicos, puede ser estudiado para permitir el uso de capitales privados en la construcción e implementación de salas de conciertos en las capitales regionales, actividad que debe ser una prioridad en el marco de la cultura y la enseñanza. Tal es el caso de muchos países Europeos donde el respeto por la tradición y la cultura musical no se reduce a organizar conciertos en palacio para unos pocos privilegiados invitados de intramuros; más flaco favor se le hace al compositor al momento de inagurarle una plaza, busto, estatua o bien grabar estrellas o inmortalizar manos en paseos comerciales, las que deleitan la vista del aficionado o del turista, mejoran las expectativas del comercio donde se emplazan las obras y producen impacto mediático positivo en favor del alcalde o ministro de turno. Pero no coadyuvan a que la obra del músico pueda ser bien escuchada. Sin ir más lejos, otras capitales e importantes ciudades de Sudamérica nos dan lecciones en este ámbito. Caracas cuenta con el Teresa Carreño, Buenos Aires aparte del Colón tiene otros excelentes salas de conciertos; Porto Alegre, Curitiba y Sao Paulo, cuenta con una magnifica sala de conciertos remodelada y otras varias salas de categoría.

Después de 200 años de República, el Bicentenario debiera ser un momento propicio para inagurar la primera sala de conciertos en Chile. Lo contrario es simplemente una vergüenza, que se suma a la desafortunada forma como se trata a los músicos de las orquestas y artístas musicales en general en nuestro país.